- Warhol, que tiene que estar a pesar de muerto en todas las salsas, se ufanaba de que si a los críticos nos les gustaba algo que había hecho, lo había que hacer era más de lo mismo, al fin y al cabo todo era negocio.
- El norteamericano Wolfson no se anda con zarandajas y nos ofrece unas instalaciones que son artificiosas, lúdicas y fetichistas. Jaume Plensa diría que son elementos visualmente fuertes, pero no espiritualmente fuertes.
- En estas obras no ha desaparecido ni tiene intención de hacerlo el posmodernismo, pueden situarse dentro de él y devorarlo entero con el fin de que el narcisismo de que hacen gala nos encuentre con los pantalones bajados y el argumento desmadrado.
Y es que el loco coronado habrá dicho la verdad acerca de la fidelidad de los catorce puñales.
(Los Cantos de Maldoror)
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