Un paseo por la obra de grandes artistas.

domingo, 28 de junio de 2015

CARLOS OROZCO MÉRIDA (1896-1984) / NO PUDE DEJAR A MÉXICO SIN SUS ÍDOLOS


  •  Las corrientes europeas de principio del siglo XX nos brindaron ayuda y campos de visión para fundamentar la forma. Pero la verdad estética transmutable fue la insignia de nuestra tierra mexicana.    


  •  Por eso OROZCO ROMERO crea sus fantasmagorías como creencias silentes, inmanentes con su matriz telúrica, que se adivina en cada espacio, en cada superficie, que nace de un pasado latente que no quiere ser una belleza crepuscular.


  •  El hermetismo de esos silencios, de esas efigies y escenas son un cancionero único, impenetrable, al que contemplar como una erosión integra, como una continuación del ser y de su tiempo.   


  • Los colores palpitan tenuemente dentro de la frialdad idolátrica, que es un jeroglífico hermético de volúmenes y líneas  que han generado su estructura como conciencias vivas y sempiternas.


Viene de los espejos los rostros de la noche
a tocar entre nieblas los relieves del sueño.
(José Ramón Ripoll)