- Podemos etiquetar estas esculturas como queramos, pero lo que deber quedar claro es como se produce la aleación de dos fuentes estéticas, una remota y otra actual, para formar una obra irónica, iconoclasta, insolente y anatemizada.
- Si bien, para otras miradas, no tiene esos rasgos, sino los de fetiches paganos irrespetuosos, jactanciosos, descarados, procaces y desvergonzados, y muy simpáticos ante todo. Son como souvenirs grandes que nos acompañan hasta nuestra última morada.
- Inteligente y sarcástico, el colombiano OSPINA nos ofrece una categoría de objetos cargados de visualidad y no tanto conceptuales como símbolos de un mundo que no sabe reírse de sus tradiciones y lenguajes teniéndolos tan a mano.
Quizá no era feliz, tal vez no le importaba.
(Benjamín Prado)