Un paseo por la obra de grandes artistas.

jueves, 15 de octubre de 2015

WILLIAM GROPPER (1897-1977) / ¿DEBEMOS CREER EN ELLOS?


  •  Representantes supuestamente demócratas que son tarugos, demagogos, gritones, inútiles, nocivos, cansinos, solamente válidos para la caricatura, lo grotesco, lo irrisorio, lo burlesco y lo ridículo.


  •  El norteamericano GROPPER, adscrito a un mal llamado realismo social, es impecable en la consecución de una iconografía en la que retrata un poder en descomposición, nauseabundo, hipócrita y chillón, que desenmascara al trasplantarles esas caretas tan fidedignas que son tal y como les corresponden.  


  • La visión pictórica parte de una patología de carne y espíritu, de rigor y maldad, de un sistema carente de una mínima dimensión, más bien de una negación equivalente a un vacío cruel y endogámico.    


  •  Pero también forma parte de una obra sardónica que se desempeña con una mala leche gozosa y festiva de ver así expuesta una deshumanización tan real como esperpéntica, tan magníficamente perfilada, cromática y formulada.   

La soledad sin demagogias tiene la transparencia del secreto /
malayerbas crecidas / tormentas del deseo. Escupen sangre
cuando se las golpea y nada cambia su forma atravesada.
(Juan Gelman)