- La obra de ambos autores, aunque se manifiesta dentro de un devenir que se sucede como si se produjese en el pasado y anticipase un futuro, reúne rasgos fisonómicos que son propios de dos creadores que parten de una figuración que se estructura como una ficción que no debe darse por finalizada mientras en la mitad del muro, además de coincidencia, haya unificación.
- Exaltadoras ambas obras de cosmovisiones y microcosmos, de símbolos y metáforas multiplicados por la mitología isleña, por su génesis de un tiempo que gravita más hondo cuando es lo uno lo que se perfilaba en el interior de sí mismo y ahora ya es lo otro, lo que está allá y quien sabe si volverá.
- Su visión, marcada por una representación en la que lo cromático alcanza el virtuosismo de un signo, es locuaz, emocional, perfectamente encajada en su misión, en su élan, de tal forma que contornos, personajes, escenarios, espacios y tiempos, engloban un mensaje fuertemente enérgico, apasionado, vigoroso y sedimentado, sin que con ello "no se permita al espectador terminar cada uno de los cuadros" (Manuel Vicent).
Hay una máscara en la noche
que me recuerda a un sueño
que tuve con la vida.
(José Ramón Ripoll)
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