- La fértil imaginación del italiano DESSI hace que su escultura ofrezca la catarsis de su propio desahogo y hasta desprecio. Son mazacotes producto de una metamorfosis del pensamiento que corroe las entrañas.
- No tienen definición ni falta que les hace, adoctrinan merced a su condición de zombis y manipulan a través de un acercamiento al espectador que los ve como unos entes repulsivos y amenazantes.
- Desde luego no son fruto de un maltrato del artista, del creador, aunque sí pueda parecer, sino la conjunción de estratos que intuyen que su función y fin es el horror, la fealdad, y como tal un ideario perfecto para sobrevivir en la memoria de la mirada.
Pero le gusta hacerte daño, en el legítimo intento de que te vuelvas tan malvado como él y le acompañes al abierto abismo del infierno, cuando llegue la hora.
(Los Cantos de Maldoror)
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